
Los que nos codeamos con el ámbito educativo sabemos que hay algunas cosas que son imprescindibles para formar personas, y sobre todo, para formar buenas personas.
Un niño educado será un adulto respetuoso, tolerante y preparado para convivir con los demás. Es erróneo pensar que la educación es la preparación académica e intelectual de una persona. Más allá de esto, es la forma acertada de comportarnos en sociedad y de interactuar con personas de todas las edades, razas y estratos sociales. Por ello la buena educación no tiene nada que ver con la posición social o el nivel económico.
He comprobado en muchas (y más que muchas!) ocasiones que se educa mucho más con el ejemplo que con la tiza. Cualquier docente de nivel primario recibe a principio de año un grupo de niños, cada uno con sus particularidades y cada uno con sus modales adquiridos. A lo largo del año lectivo, es responsabilidad del docente poner un granito de arena en la educación del niño. Le enseñará a sumar, restar y escribir, pero nunca debe olvidar que está ayudando a formar una persona. Aunque a veces no lo parezca, los niños son una esponja y absorven todo lo que uno les dica y les da; muchas veces no hay acuse de recibo y parece que les da lo mismo los modos y palabras que uno utiliza en la comunicación, pero la semilla queda plantada y regándola todos los días crecerá.
Es un pensamiento bastante común pensar que la escuela es la única responsable de la educación de los niños, y puedo asegurarles sin lugar a dudas que este pensamiento es erroneo. Cada segundo que un niño pasa con un adulto es un segundo en el cual aprende, y más que nada, en base al ejemplo.
Así que la proxima vez que pidan a un niño algo, no olviden que el 'por favor' y 'gracias' van a ayudar a que sea más felíz en el futuro.
VIA: EcoDiario.es, Padres del siglo XXI
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