miércoles, 24 de junio de 2009

20 años no es nada

El miércoles 17 fui con mi gran amigo Gonzalo a ver un espectáculo de un grande, un personaje de lo más singular que supo atraparme con sus dichos en los albores de la adolescencia.
Siendo todavía un púber de lo más petulante cayó en casa un cassete de un tipo que me hacía reír mucho con sus ocurrencias musicales y literarias. El cassette tenía como título Buscado Vivo, y el cantautor era Leo Masliah. Durante horas y horas he escuchado ese cassette y me he reído a más no poder y, como no podía ser de otra maera, me aprendí casi de memoria la mayoría de las canciones que contenía. Supe apreciar la poesía absurda contenida en temas como Casinos o El año que viene, mi amor.
Lo disfruté mucho en familia, pero fuera de ese ámbito se hacía bastante complicado compartir mis gustos; ninguno de mis amigos y compañeros los compartía y hasta he recibido burlas de lo más rocambolescas. Por supuesto que ninguna hizo mella en mi pensar, y durante años busqué compartir mi pequeño tesoro con el resto de mis pares.
Algunos años después, la vida hizo que me encontrara con el tipo con el cual he pasado muchos de los mejores momentos de mi vida, un amigo con el que el tiempo es solo una circustancia. Un amigo de esos con los cuales el tiempo es una dimensión aparte, y cada segundo compartido se hace continuo en su propio eje, sin interrupciones. Mi amigo Pablo, no sólo conocía a Leo Masliah sino que además era un gran admirador de su obra. Compartimos la afición por Leo y me hizo conocer a este autor más allá del único cassette que tenía en mi poder; juntos nos reimos a carcajadas de la mano de Sonata del perro de Mozart o de La recuperación del Unicornio.
Muchos años después y una vez más en la ciudad de Cipolletti, tuve el placer de volver a ver en vivo a Leo. Esta vez, debo confesar, lo aprecié desde un óptica ligeramente diferente. Esta vez pude ver un poco más allá de sus letras y cerré los ojos para escuchar y escarbar la superficie. Me tomé el tiempo de correr la paja para ver que había por debajo; y me encontré con un excelente músico, un experto pianista. Sus temas, plagados de notas agudas y graves, me hicieron ver que sus letras eran solo la mitad de su obra, que hasta ahora sólo había prestado atención a esa mitad que estaba capacitado para detectar.
No pude dejar de darme cuenta que algo había cambiado. Miré hacia atrás y escarbé en mi memoria. Busqué ese algo con tesón y un poco de ingenuidad, busqué algún hecho fortuito que me ayude a entender que había pasado. La lente era claramente distinta, los cambios que detecté en Leo no eran solo físicos, había algo más.
La primera conclusión fue que Leo había mejorado mucho como músico y ya no era tan superficial. Pero no, la ironía de su obra estaba intacta.
Después quise creer que la pieza faltante en el escenario era mi amigo Pablo, que sin el trío completo debía, obligadamente, centrarme en Leo. Pero no, demasiado simple la tesis, no logré creerla ni yo.
Finalmente me di cuenta, y pude ver donde estaban las diferencias más importantes y pude apreciar sus consecuencias con más tino. Ahora si, el panorama estaba claro y entendí todo, la última pieza estaba en su sitio. Las razones eran simples, y no necesité recurrir a Occam para saber que estaba en lo cierto. Me di cuenta que el que había cambiado era yo. Supe, así como sé que en otoño las hojas caen, que había madurado y que ahora podía apreciar un poco más a este incomprendido artista. Ahora pude darme cuenta que no solo escribe con ocurrencia sino que además es un gran músico.

Y sobre todas las cosas me di cuenta que habían pasado 20 años...

PD: si alguien por casualidad lee este post y quiere saber un poco más, pueden visitar esta página de Taringa y espiar un poco de su obra.

3 comentarios:

  1. muy linda nota nacho!

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  2. Uh, en casa teníamos más de un casete suyo y fuimos a verlo al aula magna de la UNCo, cuando fue por primera vez. Haber sabido que también te gustaba a vos...
    "Tu mundo y el mío son diferentes, tienes que comprender..."

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  3. Haber sabido? hubiera cambiado algo? te conozco? yo sería más felíz que hoy en día? viviría en Finlandia? Hubiera pertenecido a un grupo de culto? Tu comentario deja muchas preguntas en el aire.
    Y hasta donde se, la primera vez fue en la sala Saulo Benavente de la biblioteca Bernardino Rivadavia.

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